viernes, 28 de agosto de 2015

UNA CANCION QUE VIVIMOS.

es una canción de amor, bella, dramática y estremecedora, que hace ya, ha superado, a mi juicio, y con muy buena nota, a la crítica, y más aún, a las barreras del tiempo...


LA MIEL NO ES EL AZUCAR.



La dulce verdad sobre la miel

¿Conoce el término “nutricionismo? Se refiere a la creencia de que los alimentos son sólo la suma de los nutrientes que contienen; en otras palabras: que el valor nutricional de la comida es la suma de todos sus nutrientes individuales.

El nutricionismo es una de las trampas en las que caen muchos de los aficionados a la nutrición que, a fuerza de examinar con lupa los antioxidantes, aminoácidos, vitaminas y ácidos grasos presentes en los alimentos, y sus efectos para la salud, acaban olvidando que un alimento consumido en su totalidad tiene efectos concretos que van más allá de los componentes de cada una de las moléculas que albergan en su interior.

Los alimentos naturales en estado bruto no pueden separarse en moléculas perfectamente catalogadas, pues contienen sustancias (algunas de las cuales son conocidas y otras continúan siendo un misterio) que dependen de la forma en que se cultivan y que pueden tener efectos aún desconocidos para la salud. Además, las interacciones entre los nutrientes son un campo muy poco conocido, sobre todo porque dependen del momento en que comemos, con qué acompañamos los alimentos, el tipo de cocción que utilizamos, etc.

Así, las frutas no son meros contenedores de fructosa y agua, los frutos secos no son sólo cáscaras repletas de ácidos omega-6, y la miel no es una simple mezcla de fructosa y glucosa.

La miel es algo más que fructosa líquida

Muchas personas desconfían de la miel por su alto contenido en fructosa. Algunos nutricionistas llegan incluso a afirmar que no es mejor que el azúcar blanco (1).

Es cierto que alrededor de un 40 % del peso total de la miel se compone de fructosa.

La fructosa es un azúcar que se transforma fácilmente en grasa en el hígado. Se trata de un producto ampliamente utilizado en la industria agroalimentaria -que produce versiones de bajo coste a partir de maíz y de trigo (sirope de trigo)- y al que hoy en día atribuimos una gran responsabilidad en el aumento de la obesidad y la diabetes.

No obstante, consumir la fructosa añadida a alimentos industriales no es lo mismo que consumir miel con alto contenido en fructosa.

La miel es un auténtico alimento natural que ha acompañado al ser humano durante toda su existencia. Se ha ganado un sitio en nuestra mesa y merece que la conozcamos mejor.

El origen de la miel

Las abejas liban las flores para recolectar su néctar, un líquido rico en azúcar que almacenan en su interior y que transportan a la colmena. La miel se elabora dentro de la colmena en una actividad colectiva que consiste en tragar, digerir y regurgitar el néctar repetidamente, expulsándolo del tracto digestivo.

Tras varios ciclos de este tipo, el néctar se transforma en miel, que posteriormente se recalienta, gracias a la actividad de las abejas, para evaporar el exceso de agua. Su composición y sus propiedades nutritivas dependen del origen del néctar y, por lo tanto, de las flores próximas a la colmena.

La composición habitual de la miel es la siguiente:

  1. Un 82 % de su peso son azúcares.
  2. De un 30 a un 50 % es fructosa, siendo las mieles más líquidas las que tienen un contenido de fructosa más elevado.
  3. Contiene vitaminas y minerales en pequeñas cantidades.
  4. Contiene una mezcla diversa de antioxidantes.
  5. También contiene peróxido de hidrógeno (agua oxigenada, extremadamente oxidante y antiséptica).
  6. Y finalmente contiene enzimas, ácidos orgánicos, aminoácidos y péptidos.

La miel contiene cantidad de componentes poco habituales e interesantes para la salud

Sobre la miel se han llevado a cabo más de 4.000 estudios científicos, que demuestran que tiene propiedades cicatrizantes y antibacterianas cuando se aplica sobre la piel. Actúa contra unos sesenta gérmenes y contra determinadas cepas de bacterias multirresistentes a los antibióticos. Resulta especialmente útil para combatir las infecciones por E. Coli, Staphyloccocus aureus, Helicobacter pylori y Salmonella.

Sus virtudes provendrían, en primer lugar, de su composición: por su acidez, impide que las bacterias se desarrollen; tanto es así que es capaz de atraer y absorber el agua que éstas necesitan para vivir. Contiene también peróxido de hidrógeno (antiséptico y antifúngico) y defensinas, unos péptidos capaces de inhibir el crecimiento de los gérmenes pero, sobre todo, flavonoides y numerosas enzimas que “digieren” los microorganismos, destruyéndolos.

La miel es, por tanto, una sustancia viva y sumamente activa, por lo que no es de extrañar que por sí sola sirva de remedio para un gran número de enfermedades en el ámbito de las infecciones otorrinolaringológicas, gastrointestinales y cutáneas.


De Tener salud.